Película del año 1925, que fue dirigida por el ruso Sergei M. Eisenstein. Es curioso que cuando veo una peli de estas características, me hace pensar más en un documental que en un relato ficticio. En este caso, la historia nos sitúa en la Rusia zarista. En el acorazado Potemkin los marineros están disgustados por las condiciones en las que trabajan y acaban rebelándose contra el mando. Como consecuencia de la revuelta, muere uno de los insurgentes. Dejan su cuerpo en el puerto de la ciudad de Odessa, a donde acuden miles de habitantes de la ciudad para rendirle homenaje. Se habla de rebelarse contra el poder opresor, pero entonces interviene la guardia de los zares, que arremete con todo provocando una terrible masacre. Película en la que se incide en valores comunistas tipo todos somos hermanos y debemos luchar juntos y demás. Con un buen montaje e imágenes de gran intensidad narrativa.
La película de Eisenstein se proyectó el sábado pasado en las inmediaciones de la Granja de San Ildefonso. La banda sonora de esta peli muda nos la tocaron en directo los Pet Shop Boys, a los que acompañaban los músicos de la Sinfónica de Dresde. La verdad que un proyecto así se agradece. Enriquece el visionado de la película, aunque cada uno pueda tener su opinión con respecto a si en algunos momentos era más o menos acertada. La banda sonora en este caso empezó sonando a música clásica y terminó en plan más electrónico. Los temas en general eran instrumentales, pero en alguno de ellos nos cantó alguna frasecilla Neil Tennant, el cantante de los Pet Shop Boys, que después de la peli hasta nos ofreció un bis sin venir a cuento.
Es la segunda vez que veo un espectáculo de estas características. Hace años el norteamericano Philip Glass, más en la onda New Age, vino a Madrid a presentarnos La Belle et la Bête (1946), una peli de Jean Cocteau. Incluso lo puso más difícil que los Pet Shop Boys, pues no sólo los músicos nos tocaron la banda sonora en directo, compaginándola con las imágenes, sino que se trajo a unos cuantos cantantes de ópera para que cantaran al tiempo que los actores hablaban. Todo un espectáculo.
La película de Eisenstein se proyectó el sábado pasado en las inmediaciones de la Granja de San Ildefonso. La banda sonora de esta peli muda nos la tocaron en directo los Pet Shop Boys, a los que acompañaban los músicos de la Sinfónica de Dresde. La verdad que un proyecto así se agradece. Enriquece el visionado de la película, aunque cada uno pueda tener su opinión con respecto a si en algunos momentos era más o menos acertada. La banda sonora en este caso empezó sonando a música clásica y terminó en plan más electrónico. Los temas en general eran instrumentales, pero en alguno de ellos nos cantó alguna frasecilla Neil Tennant, el cantante de los Pet Shop Boys, que después de la peli hasta nos ofreció un bis sin venir a cuento.
Es la segunda vez que veo un espectáculo de estas características. Hace años el norteamericano Philip Glass, más en la onda New Age, vino a Madrid a presentarnos La Belle et la Bête (1946), una peli de Jean Cocteau. Incluso lo puso más difícil que los Pet Shop Boys, pues no sólo los músicos nos tocaron la banda sonora en directo, compaginándola con las imágenes, sino que se trajo a unos cuantos cantantes de ópera para que cantaran al tiempo que los actores hablaban. Todo un espectáculo.
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