viernes, 22 de junio de 2007

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Insecto con seis patas, dos antenas, caparazón colorido… Hasta ahí todo normal. Lo que, a simple vista, diferencia a este bichejo del resto es que arrastra graciosamente una antena de gran potencia con la que escuchar los programas deportivos de la radio. Es conocida su gran afición al balonmano, al fútbol y a la Fórmula Uno. Por ese orden. Ya desde primeras horas de la mañana, se les ve corretear por los rincones de las casas cuyos dueños tienen escaso sentido de la higiene. Juguetean con las bolas de polvo, mordisquean las alfombras viejas y comen las miguillas de la cena del día anterior con avídez. Las más osadas incluso han llegado a pasearse por los fregaderos donde descansan los platos sucios, que les ofrecen un gran festín. Pero generalmente son tímidas y evitan el contacto humano. De hecho, la mayoría de la gente ni siquiera se percata de su presencia.
Es muy característico que un ligero zumbidillo acompañe sus paseos matutinos. Aunque llevan cascos, están medio sordas y tienen que poner la radio a todo volumen para enterarse de algo. No sólo comprenden nuestro idioma, sino que son capaces de hablarlo con un ligero acento pakistaní, cuyo origen es un misterio incluso para ellas. Tanto su capacidad de habla, como su ingenio para la construción de artilugios o su indudable maestría en el desarrollo de complicadas teorías matemáticas, denotan una inteligencia que raya en la genialidad. Pero lo que tiene auténticamente intrigados a los científicos es su afición deportiva. Cómo es que prefieren el balonmano a la Fórmula Uno. Y más increíble aún, que lo pongan delante del fútbol, el deporte nacional. Se mire por donde se mire, está claro que aún quedan muchos misterios que desentrañar en lo que al estudio del escarabajo golgol se refiere.

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